
Raro, luego existo…
Me llamaron maricón antes de saber lo que era el deseo.
Me gritaron loca por tener emociones.
Me dijeron desviadx por no seguir su línea recta.
Enfermx, por no enfermarme de silencio.
Anormal, por no querer parecerme a nadie.
Y un día entendí que esos insultos eran medallas.
Que cada palabra que usaban para herirme podía ser un escudo.
Y decidí quedarme con ellas.
Reescribirlas.
Volverlas canto.
Refugio.
Fuerza.
Porque lo que no encaja, a veces, es lo que abre grietas en el muro.
Y por ahí entra la luz.
Así que sí.
Maricón.
Loca.
Tortillera.
Desviade.
Pluma.
Sí.
Y aquí.
Y vivx.
Y libre.
Porque nos quisieron borrar, y terminamos brillando.
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