Doodles by Garbi KW
Hace unos años preparé una exposición muy especial: el seguimiento del proceso de un mural colectivo que había creado junto a lxs chicxs del instituto Santa Eulàlia. Todo iba bien, hasta que dejó de ir. El mundo se cerró, literalmente. Entramos en confinamiento justo en medio del proyecto. Lo que iba a ser una muestra documental sobre arte comunitario se transformó en un collage de desastres y reinvenciones.
Como no podía trabajar con lxs alumnxs ni continuar el mural, empecé a crear unas láminas gigantes en blanco y negro que se colorearían in situ, reproduciendo el proceso de creación colectiva. La idea era que la expo comenzara sin color, y que el público la fuera llenando de vida. Quería convertir esa crisis en una fiesta absurda: con globos, confeti, una pizarra de tiza a escala real y una instalación sobre cómo se cruzan la pedagogía, el arte y el caos existencial.
Pero el centro tardó meses en reabrir. Cuando por fin pudo hacerlo, las medidas sanitarias impidieron que nadie tocara los crayones. Nadie podía pintar. Nadie podía compartir color. Y la exposición se quedó muda.
A día de hoy, sigo pensando que fue una de las ideas más potentes que parí en ese tiempo, aunque todo estuviera en contra. Las láminas se perdieron entre ruinas, mudanzas y derrotas… pero algo en mí sigue queriendo hacer justicia a ese impulso.
Ahora regreso con Lunáticxs, nuevos libros de colorear, nuevos rituales, y muchas más ganas de recuperar esa experiencia y llevarla a otro nivel. No tengo aún sala, ni infraestructura, pero tengo rabia, amor y una espina clavada que piensa estallar en forma de proyecto