Garbi KW: El arte como caos, camino y cuerpo
veces me preguntan cómo llegué hasta aquí. Y no sé si se refieren al estilo, a la trayectoria, o al simple hecho de seguir vivo y creando. Porque en mi caso, el arte no ha sido solo una carrera: ha sido una forma de existir. Una mezcla indisoluble entre vida, trazo y herida.
Mi camino como artista urbano, diseñador gráfico y creador multimedia ha estado lleno de curvas, tropiezos, momentos de euforia y crisis existenciales profundas. He pintado muros que me salvaron la vida y también he aceptado encargos que no me representaban solo para pagar el alquiler. He hecho obras solo para vender, y he sentido el peso del síndrome del impostor cuando el eco de mi voz no coincidía con la forma que tenía en el mundo.
Durante años, he vivido la creación como un proceso físico, emocional, espiritual. Y muchas veces, como un combate. No siempre hay inspiración: a veces hay bloqueo, falta de recursos, nudos en la cabeza. Temporadas enteras donde lo único que pude hacer fue resistir. La precariedad no es solo económica, también es creativa. Y sin medios, sin red, sin pausa, la expresión se convierte en supervivencia.
He mezclado todo lo que soy: los dibujos a lápiz de mi infancia, los murales en los patios de los colegios, el diseño gráfico, los videoclips, las canciones, el videoarte, el humor, el dolor, lo queer, la crítica, la ternura. No porque sea una estrategia, sino porque mi cuerpo me pide mezclarlo todo. Porque soy muchas cosas a la vez y ninguna por separado me alcanza.
He creído en proyectos que parecían el inicio de algo enorme y resultaron una gran decepción. He trabajado con artistas con los que soñaba colaborar, y he aprendido que no todo el mundo sabe (o quiere) construir colectivamente. Porque, aunque el arte comunitario es mi forma de entender la belleza, vivimos en una época individualista, narcisista y competitiva, donde crear juntxs se vuelve cada vez más raro y más necesario.
Y sin embargo, después de tantas vueltas, estoy en uno de los momentos más lúcidos y creativos de toda mi carrera. No porque tenga todo resuelto, sino porque he aceptado el caos como parte de mi lenguaje. Estoy produciendo como nunca, haciendo música, ilustración, animación, diseño, identidad visual, proyectos educativos y colaborativos… todo al mismo tiempo. Puede que sea un lío. Pero es mi lío. Es mi forma de vivir con honestidad.
Creo en un arte que arda, que incomode, que acompañe, que despierte.
Un arte queer, político, punk, sin filtros de lo que se espera de nosotros. Un arte que no pide permiso, que no mendiga atención, que no se vende a cualquier precio.
Un arte que nace de la grieta, del error, del margen, del exceso, de lo que no se puede nombrar fácilmente.
Y eso es lo que quiero seguir haciendo. Seguir siendo Garbi KW, con todo lo que eso arrastra y todo lo que puede llegar a ser.