Hay algo profundamente violento en que todo tenga que gustar. by Garbi KW

Hay algo profundamente violento en que todo tenga que gustar. En ese mandato silencioso de tener que ser amables, inspiradores, positivos. Aunque por dentro se esté cayendo el mundo. Aunque ya no sepamos ni qué sentimos.
Nos repiten que el arte debe conectar. ¿Con quién? ¿Para qué? ¿Y si no quiero conectar? ¿Y si solo quiero gritar, deformar, incendiar lo bonito?
En este medio, lo predecible se premia. El estilo reconocible. El mensaje masticado. El dibujo que no molesta. Pero yo no vine aquí para repetir fórmulas. Vine a romperlas.
Porque la positividad se ha vuelto una trampa. Una exigencia que disfraza el dolor con emojis. Una máscara que nos pide seguir creando aunque no tengamos nada que dar.
Y en medio de ese ruido, yo elijo hacer ruido distinto. Trazos torpes. Colores que desobedecen. Figuras que lloran, sudan, se ríen en tu cara.
El arte no tiene que salvarte. A veces solo tiene que decirte la verdad: que no todo está bien. Que no siempre tendrás ganas. Y que aún así, puedes seguir creando desde ahí. Sin filtro. Sin moraleja. Sin deberle belleza a nadie.
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